martes, 27 de noviembre de 2007

Todo listo. Y casi se va todo al garete.

Faltan quince días.
Tengo todo listo. Tengo las reservas de todos los vuelos. Tengo las reservas de los alojamientos. Tengo comprada la ropa para el viaje. Tengo todo preparado. Cuento las horas que faltan para volar.

Y de repente.....

Resbalo. Me caigo. Dolor, .... mucho dolor.
Me levanto,.... me hecho la mano al hombro. Noto un bulto doloroso y sospechoso. Dolor, ... mucho dolor.
Algo me viene a la cabeza: ¡EL VIAJE!.

Que me lleven a urgencias!!

Diagnóstico: Rotura del ligamento acromio-clavicular. Mañana viernes analítica. Lunes consulta con el doctor y el martes quirófano para operarte.

No puede ser!. No puede ser!!. No me puede pasar esto a mí. Seis meses preparando el viaje. Solo tengo seguro de anulación para el vuelo internacional.

Depresión. Pesadillas. Apenas puedo dormir el fin de semana, no me da llegado la hora de la consulta con el médico que me va a operar.

Lo primero que le digo al llegar a la consulta es: Tengo vacaciones dentro de 10 días. Tengo el viaje pagado. ¡Tengo que viajar!. Una solución quiero.
Opción 1. Operarse. No viajas de ninguna de las maneras. La herida no cierra. Riesgos altos.
Opción 2. Inmovilizar por completo el brazo. Viajas bajo tu riesgo. Incomodidad. Posibilidad de que no se cure.

Sin dudarlo me decanto por la opción 2. Me inmovilizan el brazo con un aparato ortopédico, y después de un pequeño rifirrafe con la mutua estoy autorizado a viajar. Se hace la luz!.

Allá me voy a la Patagonia a hacer trekking con un brazo inmovilizado.

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